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sábado, octubre 17, 2009
Se acabó la noche Mañana Es Para Siempre terminó
María Elena Venant, Univision.com
Las últimas horas de Mañana Es Para Siempre estuvieron salpicadas de escenas muy emotivas. El remordimiento del Padre Bosco (Luís Ximeno), la declaración de amor de Damián (Sergio Sendel)a su “Peque” antes de morir, la aparición súbita de Vladimir (Fabián Robles)para reclamar a Priscila (Arleth Terán)y a su hijo resultaron conmovedoras, pero nada más enternecedor que La Hiena.
A más de un espectador se le habrán olvidado sus crímenes cuando la vieron reencontrarse con Aurora y preguntarle con triste reproche si alguna vez la chica podría llamarla “mama”. ¿A quien no se le detuvo el corazón al ver a La Hiena desesperada, arrastrarse ante los pies de los Elizalde suplicando que le devolvieran a su hija? ¿O cuando se da cuenta tras la salida de Aurora de la casa de Artemio Bravo (Rogelio Guerra) que lo ha perdido todo en la vida?
Incluso su auto-incineración tuvo algo de épico. Como si al quemarse, tal como hiciera con sus bestiales padres, Rebeca Sánchez purgara sus crímenes, pero a la vez saliera del fugo limpia. Ya no como hiena sino como el Ave Fénix. Por eso resultó un poco anti-climático verla quemada como chicharrón y encerrada en una vulgar celda. La Hiena, por ser el eje puntual de la historia, merecía un final más digno.
Mañana Es Para Siempre contó y con razón con los favores del público. Hacia tiempo que no se veía una telenovela mexicana de tanta alta calidad y con un contenido tan diferente al melodrama rosa acostumbrado. Su fantástica combinación de misterios y venganzas sirvieron de entorno a romances más sólidos y creíbles. Las actuaciones fueron impecables, precisamente porque los personajes exigieron más de sus actores.
Ellas se llevaron las palmas
Monumental estuvo Lucero interpretando a una victima de abusos infantiles y sexuales que es convertida por un neurótico en instrumento de venganza, pero no se le quedaron a la zaga otras actrices. Si Lucero se despojó de su imagen de “santita”, Dominika Paleta nos hizo olvidar a sus villanas con su interpretación de la mística, y divorciada de la realidad, Liliana. Otro tanto hizo Arleth Terán con su retrato de una esposa-trofeo que encuentra el amor y la maternidad en un hombre que antes le pareciera insignificante.
Tania Vásquez estuvo deliciosa en su doble papel de Venus y su alter ego la refinada Lovely Norton con sus “ayyy Cami” y que se las daba de virgen. Como en esta novela todos tenían dos caras no sorprende que un mismo actor hiciera dos papeles y felicitaciones se merece Rogelio Guerra por crear dos personajes tan diversos como Gonzalo Elizalde y su demente hermano Artemio Bravo.
Finalmente cabe señalar algunos aspectos del guión que sorprenden por su audacia. Artemio Bravo fue acusado de muchos crímenes, pero fue La Hiena quien se llevó la peor parte y los mayores reproches de parte de sus victimas. Sin embargo, nadie, ni Aurora se detuvieron a horrorizarse ante el hecho de que a los doce años, y tras ser abusada físicamente por unos padres sicópatas, Rebeca se convirtiera en la “mujer” de Artemio Bravo.
Nunca en la novela nadie habló del abuso sexual al que este desquiciado individuo sometió a Rebeca quien al final se encargara de darle muerte por ser el causante de todas sus desgracias. Tampoco nadie reparó en un gran tabú telenovelero, que se quebrantó al casarse Aurora con su primo hermano Santiago (Carlos de la Mota) y procrear un hijo sano. En más de un aspecto, Mañana Es Para Siempre fue una interesante caja de sorpresas.
El ultimo capitulo de Mañana Es Para Siempre parecía ser un San Valentín en otoño. Además de que Fernanda (Silvia Navarro) y el ex Franco Santoro (Fernando Colunga) se fueron de luna de miel en globo aerostático, todos los demás estrenaron romance. Cada oveja con su pareja, hasta Lilí (Dominika Paleta) que dejó a los fantasmas por el muy vivo Rafael Novoa. Bueno, todos menos La Hiena (Lucero) que terminó presa y mas quemada que Freddy Krueger. ¿Merecía ese final?
Homenaje al amor y la fertilidad
Fue una boda muy prolífica. Por un lado el romance, puesto que en el banquete que compensaba a Eduardo y a Fernanda por tantos trabajos que pasó su amor, hubo precisamente mucho amor. Lilí obtuvo el ramo y en seguida pidieron su mano. Para no ser menos, Gardenia (Aleida Núñez) se consiguió a Julio Camejo. El banquete fue también un homenaje a la fertilidad ya que le anunciaron a Jacinto (Alejandro Ruiz) que iba a ser papá, Aurora (Ariadne Díaz) andaba paseando a su bebé, y Steve (Mario Iván Martínez) y su cabaretera (Tania Vásquez) hablaron de encargar una “little Venus”.Las últimas horas de Mañana Es Para Siempre estuvieron salpicadas de escenas muy emotivas. El remordimiento del Padre Bosco (Luís Ximeno), la declaración de amor de Damián (Sergio Sendel)a su “Peque” antes de morir, la aparición súbita de Vladimir (Fabián Robles)para reclamar a Priscila (Arleth Terán)y a su hijo resultaron conmovedoras, pero nada más enternecedor que La Hiena.
A más de un espectador se le habrán olvidado sus crímenes cuando la vieron reencontrarse con Aurora y preguntarle con triste reproche si alguna vez la chica podría llamarla “mama”. ¿A quien no se le detuvo el corazón al ver a La Hiena desesperada, arrastrarse ante los pies de los Elizalde suplicando que le devolvieran a su hija? ¿O cuando se da cuenta tras la salida de Aurora de la casa de Artemio Bravo (Rogelio Guerra) que lo ha perdido todo en la vida?
Incluso su auto-incineración tuvo algo de épico. Como si al quemarse, tal como hiciera con sus bestiales padres, Rebeca Sánchez purgara sus crímenes, pero a la vez saliera del fugo limpia. Ya no como hiena sino como el Ave Fénix. Por eso resultó un poco anti-climático verla quemada como chicharrón y encerrada en una vulgar celda. La Hiena, por ser el eje puntual de la historia, merecía un final más digno.
Mañana Es Para Siempre contó y con razón con los favores del público. Hacia tiempo que no se veía una telenovela mexicana de tanta alta calidad y con un contenido tan diferente al melodrama rosa acostumbrado. Su fantástica combinación de misterios y venganzas sirvieron de entorno a romances más sólidos y creíbles. Las actuaciones fueron impecables, precisamente porque los personajes exigieron más de sus actores.
Ellas se llevaron las palmas
Monumental estuvo Lucero interpretando a una victima de abusos infantiles y sexuales que es convertida por un neurótico en instrumento de venganza, pero no se le quedaron a la zaga otras actrices. Si Lucero se despojó de su imagen de “santita”, Dominika Paleta nos hizo olvidar a sus villanas con su interpretación de la mística, y divorciada de la realidad, Liliana. Otro tanto hizo Arleth Terán con su retrato de una esposa-trofeo que encuentra el amor y la maternidad en un hombre que antes le pareciera insignificante.
Tania Vásquez estuvo deliciosa en su doble papel de Venus y su alter ego la refinada Lovely Norton con sus “ayyy Cami” y que se las daba de virgen. Como en esta novela todos tenían dos caras no sorprende que un mismo actor hiciera dos papeles y felicitaciones se merece Rogelio Guerra por crear dos personajes tan diversos como Gonzalo Elizalde y su demente hermano Artemio Bravo.
Finalmente cabe señalar algunos aspectos del guión que sorprenden por su audacia. Artemio Bravo fue acusado de muchos crímenes, pero fue La Hiena quien se llevó la peor parte y los mayores reproches de parte de sus victimas. Sin embargo, nadie, ni Aurora se detuvieron a horrorizarse ante el hecho de que a los doce años, y tras ser abusada físicamente por unos padres sicópatas, Rebeca se convirtiera en la “mujer” de Artemio Bravo.
Nunca en la novela nadie habló del abuso sexual al que este desquiciado individuo sometió a Rebeca quien al final se encargara de darle muerte por ser el causante de todas sus desgracias. Tampoco nadie reparó en un gran tabú telenovelero, que se quebrantó al casarse Aurora con su primo hermano Santiago (Carlos de la Mota) y procrear un hijo sano. En más de un aspecto, Mañana Es Para Siempre fue una interesante caja de sorpresas.